El desafío inicial consistió en crear un marco que permitiera evaluar y premiar experiencias diversas, provenientes de distintas regiones y con escalas y presupuestos muy variados, pero con un mismo eje: repensar el uso de los espacios comunes en los establecimientos de hospitalidad desde una perspectiva innovadora y sensible a su entorno. De este modo, el proyecto no solo propuso un incentivo a la calidad en términos estéticos y funcionales, sino que promovió una lectura más amplia del diseño como parte activa en la construcción de ciudadanía, cultura y desarrollo local.

El alcance federal del programa fue uno de los ejes estratégicos desde el inicio. La convocatoria, organizada en conjunto con fehgra, buscó representar la riqueza territorial y cultural del país, y propuso una inscripción abierta a emprendimientos de todas las provincias. Esta dimensión territorial permitió detectar buenas prácticas que, más allá de su visibilidad inicial, estaban generando impacto positivo en la experiencia del usuario, en el entorno urbano inmediato y en las dinámicas sociales que se tejen en torno a los espacios de uso común.

El proceso de trabajo incluyó múltiples instancias de diseño y gestión: la creación del concepto y la identidad visual del premio, la redacción de las bases y condiciones, la selección y convocatoria del jurado, el desarrollo de una plataforma digital para el registro de participantes, y la elaboración de una estrategia de comunicación multicanal. Se diseñó una landing page específica para alojar toda la información del programa y facilitar el acceso a la inscripción y consulta. También se implementó una campaña de newsletters quincenales, con actualizaciones, entrevistas, casos destacados y recordatorios clave.

Los espacios comunes fueron definidos como escenarios fundamentales de la experiencia en la gastronomía y la hotelería: lobbies, bares, salones, patios, recepciones y áreas de espera no son meros lugares de transición, sino núcleos vitales donde ocurre la interacción, el descanso, el encuentro y el disfrute. Por eso, uno de los principales criterios de evaluación fue la capacidad de esos espacios para generar un ambiente que promueva el bienestar, que refleje valores culturales locales y que integre elementos innovadores en términos de materialidad, iluminación, circulación y ambientación.

En esta edición inaugural del premio, se priorizaron los proyectos que integraran propuestas novedosas, capaces de incorporar creatividad sin perder funcionalidad. Se valoraron especialmente aquellas iniciativas que mostraban un abordaje integral del diseño, considerando no solo lo visual sino también lo sensorial, lo simbólico y lo operativo. El confort, la calidez, la integración con el entorno inmediato y la capacidad de adaptación a nuevos modos de habitar fueron algunas de las dimensiones clave en la evaluación.

El jurado estuvo compuesto por referentes del diseño, la arquitectura, la hotelería y la gastronomía, con trayectorias diversas y una visión amplia sobre las potencialidades del espacio como herramienta de transformación. Este enfoque interdisciplinario permitió una mirada plural sobre los proyectos y aseguró que la premiación reflejara tanto la calidad técnica como la sensibilidad social y cultural de las propuestas.

La entrega de premios y la exhibición de los proyectos seleccionados marcaron el cierre del programa. Se diseñó un espacio expositivo especialmente pensado para poner en valor las ideas presentadas, con una puesta en escena que destacaba la riqueza visual, conceptual y territorial de cada trabajo. Este momento de reconocimiento funcionó también como punto de encuentro entre profesionales del diseño, empresarios del sector y representantes institucionales, reforzando el vínculo entre economía, creatividad y comunidad.

Este proyecto, desarrollado junto a fehgra, es un ejemplo de cómo el diseño puede aportar a sectores tradicionalmente orientados por lógicas funcionales y operativas, sumando nuevas capas de valor, identidad y relación con el entorno. El premio no solo estimuló la excelencia en el diseño de espacios públicos dentro de la hotelería y la gastronomía, sino que también puso en circulación nuevas preguntas sobre cómo habitamos, cómo nos encontramos y qué rol juegan esos espacios en nuestra vida cotidiana.

Desde esta primera edición, quedó claro que la calidad en los espacios comunes no es un lujo, sino una necesidad. Y que premiar la innovación en este ámbito es, en definitiva, apostar por una experiencia más humana, más rica y más conectada con el lugar que habitamos.